El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles

"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles."--> Rom. 8: 26

Tomemos, por ejemplo, el caso de un capitán que entrega el timón de su barco a un hijo joven, el cual todavía necesita aprender a guiar el barco. Pronto se hará evidente que lo mejor es que el padre este cerca, porque conducido únicamente por el muchacho, el barco no seguirá en el curso correcto; terminará en los bancos de arena, en las rocas o en una corriente rápida. Qué hace el padre? No echa al muchacho a un lado diciéndole: "Deja el timón!" No, el Padre hace lo que dice en el original de nuestro texto: ayuda en su lugar. El padre y el hijo juntos toman el timón. Si el peligro amenaza, las manos del padre son lo suficientemente fuertes para girar el timón de modo que las manos del muchacho se muevan con las del padre. Sin emabrgo, el padre hace algo mas que ayudar. En realidad no es el muchacho sino su padre quien mantiene el barco en su curso. Esto ilustra lo que la escritura quiere decir cuando expresa que el Espíritu de Dios "nos ayuda en nuestra debilidad" en oración.

Los fracasos, incluyendo los fracasos en la oración, son debido a nuestros pecados. Por ejemplo, tenemos los bancos de arena de amor propio, las rocas de los deseos carnales y las corrientes rápidas del orgullo espiritual. Todas estas condiciones impiden que la oración ascienda como un sacrificio de olor fragante ante Dios. Qué hace, entonces, el Espíritu de súplica? El Espíritu no nos aparta del aposento diciéndonos: "Olvídate de la oración; no puedes orar" No! Eso es lo que Satanás dice. En lugar de ello, el Espíritu del Señor nos ayuda con suspiros y gemidos indecibles. Se inclina hacia nuestras necesidades, como un padre se agacha con su hijo, ayudándole a hacer lo que no puede hacer por sí mismo.

Libro: Orando en todo tiempo. (Estracto de pág 51)
Autor: Frans Bakker.

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