Perfil de una persona tibia

Por Francis Chan

¿Se describiría a usted mismo como totalmente enamorado de Jesucristo? ¿O encaja mejor en las palabras divido, tibio y parcialmente comprometido? La Biblia dice que nos probemos a nosotros mismos, así que en las páginas siguientes voy a ofrecerle una descripción de cómo pueden verse las personas divididas, distraídas, parcialmente comprometidas y tibias. A medida que lea esos ejemplos, le aliento a que haga un examen profundo y sincero de su vida. No de quién quiere llegar a ser uno de estos días, sino de quién es usted en este momento y cómo esta viviendo en la actualidad.

Las personas tibias asisten a la iglesia con bastante regularidad. Es lo que se espera de ellas, lo que ellas creen que hacen “los buenos cristianos”, y por eso van.

“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;” - Isaías 29:13

Las personas tibias dan dinero a obras benéficas y a la iglesia… siempre que eso no afecte su estilo de vida. Si tienen algo extra y es seguro dar, entonces lo hacen. Después de todo, Dios ama al dador alegre, ¿no es cierto?

“Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio; porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste.” – 1 Crónicas 21:24

 “Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas.  Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos.  Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.” –Lucas 21:1-4.

Las personas tibias tienden a escoger lo que es popular por encima de lo que es correcto cuando ambas cosas están en conflicto. Desean encajar tanto dentro como fuera de la iglesia; se preocupan más por lo que la gente piense de sus actos (como su asistencia a la iglesia y sus ofrendas) que de lo que Dios opine de su corazón y su vida.

“!!Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.” –Lucas 6:26.

 “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.”- Apocalipsis 3:1.

 “Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;  y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,  y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.”- Mateo 23:5-7

Las personas tibias realmente no quieren ser salvas de su pecado; sólo quieren ser salvas del castigo de su pecado. No aborrecen genuinamente el pecado ni lo lamentan verdaderamente; meramente lo sienten porque Dios va a castigarles. Las personas tibias no creen realmente que esta nueva vida que Jesús frece sea mejor que la vieja vida de pecado.

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” –Juan 10:10.

“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?  En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” –Romanos 6:1-2.

Las personas tibias son conmovidas por historias sobre personas que hacen cosas radicales para Cristo; sin embargo, ellas no actúan. Suponen que tales actos son para cristianos “extremos”, pero no para los cristianos promedio. Las personas tibias denominan “radical” lo que Jesús esperaba de todos sus seguidores.

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”- Santiago 1:22.

“y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” –Santiago 4:17.

“Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.  Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.  Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.  ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.” –Mateo 21:28-31.

Las personas tibias rara vez comparten su fe con sus vecinos, compañeros de trabajo o amigos. No quieren ser rechazados, ni tampoco quieren hacer sentir incómoda a la gente al hablar sobre asuntos privados, como la religión.

“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.  Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” –Mateo 10:32-33.

Las personas tibias  miden su moralidad o “bondad” comparándose a sí mismas con el mundo secular. Se sienten satisfechas de que aunque no están tan comprometidas como fulano o mengano, no son en lo más mínimo tan horribles como las personas de la calle.

 “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;  ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.” – Lucas 18: 11-12.

Las personas tibias  dicen que aman a Jesús, y Él es, sin duda, parte de la vida de ellas. Pero sólo una parte. Le entregan una sección de su tiempo, su dinero y sus pensamientos, pero no permiten que Él les controle su vida.

“Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”- Lucas 9:57-62.

Las personas tibias  aman a Dios, pero no le aman con todo su corazón, su alma y sus fuerzas. Enseguida asegurarían que tratan de amar así a Dios, pero que ese tipo de dedicación total no es realmente posible para la persona promedio; es sólo para pastores, misioneros y radicales.

 “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.” – Mateo 22:37-38.

Las personas tibias aman a otros pero no buscan amarlos tanto como se aman a sí mismas. Su amor por otros está normalmente enfocado en quienes a si vez les aman a ellos, como familiares, amigos, y otras personas a las que conocen y con quienes se relacionan. Les queda poco amor para quienes no pueden amarles a cambio, y mucho menos para quienes intencionadamente los menosprecian, cuyos hijos son mejores atletas que los de ellos, o con quienes las conversaciones son incómodas. Su amor está muy condicionado y es muy selectivo y, en general, tiene condiciones.

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?” – Mateo 5:43-47.

“Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.” – Lucas 14:12-14.

Las personas tibias servirán a Dios y a los demás, pero hay límites en cuanto a qué lejos llegar o cuánto tiempo, dinero y energía están dispuestas a dar.

“Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: !!Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” – Lucas 18: 21-25.

Las personas tibias piensan en la vida en la tierra mucho más a menudo que en la eternidad en el cielo. La vida cotidiana está principalmente centrada en la lista de quehaceres del día, en el horario de la semana y en las vacaciones del siguiente mes. Rara vez, si es que lo hacen, piensan en la vida venidera. Con respecto a esto, C. S. Lewis escribió: “Si lee la historia, descubrirá que los cristianos que hicieron más por el mundo actual fueron precisamente aquellos que pensaban mas en el venidero. Desde que los cristianos han cesado en general de pensar en el otro mundo, se han vuelto muy ineficaces en este”.

“Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;” -Filipenses 3:18-20

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”- Colosenses 3:2.

Las personas tibias están agradecidas por sus lujos y comodidades, y rara vez piensan en tratar de dar todo lo posible a los pobres. Son rápidos en señalar: “Jesús nunca dijo que el dinero es la raíz de toda maldad, sino que el amor  al dinero lo es”. Incontables números de personas tibias se sienten “llamadas” a ministrar a los ricos; muy pocas se sienten “llamadas” a ministrar a los pobres.

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo… Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”- Mateo 25:34,40.

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?  ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?” – Isaías 58: 6-7.

Las personas tibias hacen lo que sea necesario para evitar sentirse demasiado culpables. Quieren hacer lo mínimo, ser “bastante buenas” sin que eso requiera demasiado de ellas.

Preguntan: “Hasta dónde puedo llegar antes de que se considere un pecado?” en lugar de preguntar: “Cómo puedo mantenerme puro como templo del Espíritu Santo?”.

Preguntan: “Cuánto tengo que dar?”  en lugar de preguntar: “Cuánto puedo dar?”.

Preguntan: “Cuánto tiempo debería pasar orando y leyendo mi Biblia?” en lugar de decir: “Me gustaría no tener que ir a trabajar, así podría sentarme aquí y leer más tiempo!”.

“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.” – 1 Crónicas 29:14.

“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.”- Mateo 13:44-46.

Las personas tibias  están continuamente preocupadas por jugar a lo seguro; son esclavas del dios del control. Este enfoque en vivir de modo seguro evita que se sacrifiquen y se arriesguen para Dios.

“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;” - 1 Timoteo 6:17-18.

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” – Mateo 10:28.

Las personas tibias  se sienten seguras porque asisten a la iglesia, hicieron una profesión de fe a la edad de doce años, fueron bautizados, provienen de una familia cristiana, votan a los republicanos, o vive en Norteamérica. Al igual que los profetas en el Antiguo Testamento advertían a Israel de que no estaban seguros simplemente porque viviesen en la tierra de Israel, igualmente nosotros no estamos seguros simplemente porque llevemos la etiqueta de cristianos o porque algunas personas insistan en llamarnos “un país cristiano”.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” –Mateo 7:21.

“!!Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel!” –Amós 6:1

Las personas tibias  no viven por fe; sus vidas están estructuradas de modo que nunca tiene que hacerlo. No tienen que confiar en Dios si sucede algo inesperado: tienen una cuenta de ahorros. No necesitan que Dios les ayude: tienen su plan de jubilación. No buscan genuinamente la vida que dios querría que vivieran: tienen su vida organizada. No dependen de Dios diariamente: sus refrigeradores están llenos y, en su mayor parte, ellos tienen buena salud. Lo cierto es que sus vidas no se verían muy diferentes si de repente dejaran de creer en Dios.

“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?  Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” – Lucas 12:16-21, ver también Hebreos 11.

Las personas tibias  probablemente beben y maldicen menos del promedio, pero aparte de eso, no son realmente muy distintas al típico no creyente. Igualan sus vidas parcialmente saneadas a la santidad, pero no podrían estar mas equivocadas.

“!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.  !!Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.  !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.  Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.” – Mateo 23:25-28.

Este perfil de la persona tibia no es una definición con todo incluido de lo que significa ser cristiano, ni tampoco tiene intención de lo que se utilice como munición para juzgar la salvación de otros creyentes. Por el contrario, como dice  2 Corintios 13:5, es un llamado: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos.”
Todos somos seres humanos estropeados, y nadie es totalmente inmune a las conductas descritas en los anteriores ejemplos. Sin embargo, hay una diferencia entre una vida que está caracterizada por ese tipo de mentalidades y hábitos y una vida que está en el proceso de ser radicalmente transformada.




Libro: Loco Amor. Autor: Francis Chan

Comentarios

Entradas populares de este blog

Prov. 7 La mujer extraña

Las 4 reglas de la buena comunicación según Efesios 4:22-29.

Agradar a Dios antes que a los hombres